Es lógico pensar que en una civilización donde se le concede
tantísima importancia a la muerte-vida, el edificio principal
debería ser la
tumba. En ellas se aprecia una evolución desde la mastaba simple hasta la
pirámide o el hipogeo.
Las mastabas son las más antiguas.
En su interior hay un pozo
que se ciega y sobre el que se construye un edificio
casi macizo con forma de
paralelepípedo
con alguna habitación adornada con relieves.
Las más importantes
son las de Sakkara.
Si construimos varias mastabas superpuestas obtenemos
como
resultado la pirámide escalonada, como la de Zoser, faraón de la Tercera Dinastía
y residente también en
Sakkara, el cual contrató los servicios de Inhotep para
realizar su tumba,
algo que iba a convertirse en una costumbre: el faraón
moraría para siempre en su tumba-casa eterna.
Por evolución de ésta viene la pirámide equilátera clásica en
la Cuarta Dinastía,
las pirámides
de Guizah, cerca de Menphis,
entre las que
sobresalen las de Keops, Kefrén y Micerino.
La de Keops, que es la más grande, tiene
160 metros de altura,
está orientada en sus cuatro
puntos y es todo un ejemplo
de precisión matemática.
Las pirámides estaban recubiertas en su superficie con
placas de alabastro
y en su interior hay varias cámaras y corredores. Una de
estas cámaras era el
sepulcro del monarca (todas las cámaras funerarias fueron
saqueadas antes del nacimiento de Cristo)
y las otras eran provisionales y
falsas. Para intentar evitar el saqueo
se diseñaban pasadizos laberínticos y
las cámaras se sellaban
con enormes bloques de piedra. Todas estas pirámides
tenían un templo exterior
situado cerca del río
(para aportar vida a la muerte)
y comunicado con ellas por una avenida.
Por ejemplo el templo de la pirámide de
Kefrén es la esfinge de Guizah (Gizeh).
La escultura
El escultor en Egipto era un personaje de segunda categoría
(no así el arquitecto) por dedicarse a una actividad manual y es siempre un
personaje anónimo y sin iniciativa creadora. Existían unas fórmulas que el
artista debía acatar. La escultura en Egipto está tan supeditada a la religión
como la arquitectura y todas sus obras tienen un carácter utilitario, una
finalidad no estética, la belleza de las mismas es algo secundario. La
escultura egipcia es hierática, ceremoniosa, solemne. Las figuras humanas
respetan excesivamente las reglas de la etiqueta oficial. Siempre se les
representa de frente por respeto (frontalismo para dignificar) si se trata de bulto
redondo y con la cabeza de perfil si es relieve.
La de bulto redondo padecen rigidez, estatismo, idealización,
sin movimiento, sin ningún sentimentalismo, sin pasión. Los brazos están
pegados al cuerpo (escultura bloque por razones técnicas y para perdurar,
solidez), sólamente hay unos ojos artificiales de pasta vítrea para acentuar la
profundidad de su mirada. Se realizan en caliza, madera policromada y las más
importantes en granito y basalto.
En cuanto al relieve suele ser un relieve bajo y policromado
que se consigue reuniendo el contorno de la figura (hueco relieve). No se
realiza ningún efecto de perspectiva, todas las figuras son del mismo tamaño
excepto las del faraón para subrayar su poder. Se utiliza la técnica
completiva: partes de frente como el busto y los ojos y partes de perfil como la
cabeza, las piernas y los pies. Las composiciones son siempre simétricas y perfectamente
ordenadas simbólicamente. Los temas van desde las escenas cotidianas y los
trabajos agrícolas hasta las grandes azañas de los faraones, siempre contadas
seleccionando los principales momentos y secuenciándolos en una hilera horizontal,
uno detrás del otro. Se procura no dejar ningún espacio vacío (horro vacui).
De entre los ejemplos más importantes destacan las
esculturas de Rahotep y su esposa Nefret, del Imperio Antiguo y realizadas en
piedra calcárea pintada, las de algunos otros faraones como Kefrén o Micerino,
la de algunos escribas como el que se conserva en el museo del Louvre, datado en
la V Dinastía y de sólo 53 cms de altura.
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